ASTEROIDE




Por: Itandehui Cruz

Me encontré esta mañana con un asteroide prendido del cabello. No sé de cierto cómo llegó ahí, no recordaba haber soñado con constelaciones ni estrellas. Quizá me levanté sonámbula y anduve por el cielo, puede que en ese bucear sideral, el aerolito se haya posado distraído en la mata de mis cabellos desordenados, sin que me diera cuenta.

     Como lo encontré al cepillarme, quedó rápidamente prendido a las cerdas de madera de mi peine. Lo miré muy de cerca, siempre había pensado que los asteroides eran todos opacos, rocosos y sin mucho chiste, pero no, este sí era rocoso, sin lugar a dudas, pero no se podría decir que fuera opaco. Aunque tampoco tenía luz propia, había algo en su superficie que te hacía notar de inmediato que no se trataba de un pedrusco cualquiera.
     Me quedé un buen rato con él en la mano sin saber qué hacer. Me han dicho bastantes veces que uno no debe quedarse con cosas que pertenecen a otros lugares y el asteroide claramente no pertenecía a mis cabellos alborotados, a las púas de mi peine, ni al reflejo del espejo en mi cómoda.
     Por obvias razones devolverlo no era tan fácil como ir al mar y soltar una caracola entre sus olas. Pensé entonces que tenía que buscar un lugar dónde guardarlo, hasta que se me ocurriera una mejor idea.
     Un asteroide no puede guardarse en cualquier lado. Lo mejor sería ponerlo en un orbe de algún metal resistente, tendría que ser hueco y estar forrado de noche y seda. Le pondría virutas de espejo para que los reflejos destelleantes simularan galaxias. También lo rociaría con luz de las estrellas cada tres noches y le haría un par de orificios de ventilación, para que por ahí entrara música, al menos una vez al día.
     Pensé en hacer todo eso al acabar de desayunar, pero no me fue posible. Había dejado al asteroide reposando en el alféizar de la ventana y cuando volví me encontré con que no quedaba nada más que una ligera viruta de cosmos en donde estuviera la roca sideral. Esta noche no me cepillaré los cabellos, por si de ese modo puedo volver a encontrar algún tesoro entre mis ondas alborotadas.

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