ME SENTÍ TAN FELIZ
—Vamos,
vamos, no es tan malo, —le dijo al acercarse con unas bolsas.— Mira, te maquillaré como siempre te ha
gustado. ¿Te gusta este color? Es azul, el que tanto usabas y este color verde,
anaranjado, dorado... ¿Qué te parece si probamos un look más natural?, que luzcan
tus ojos con un color suave, delineado cat
eye y rubor que resalte tus hermosos pómulos. —Dejó de acariciar su piel y
le levantó la cara.— Ahora que te miro, el color de tus ojos ha cambiado,
parecen más oscuros. No importa. Debes sentirte contenta.— Dijo y le besó la frente.— Me atreví a visitar esa tienda
grande donde te lanzan el perfume a la cara para que les compres. Me hubieras
visto. No sabía ni que decir. Ya sabes que no me gusta ir a esos lugares. Ni
siquiera maquillarme. Te traje las pinturas más bonitas que encontré y ese
vestido.
Caminó hasta la bolsa que había dejado sobre una mesa, sacó el vestido modelándolo, lo dejó caer y se acercó a ella con el dedo índice en alto.
—Claro, las pinturas de tu bolsa podrían haber servido si es que no me hubieras comenzado a golpear con ella. Entiendo que tuvieras miedo, pero mírate ahora, ya estás calmada, tranquila, sin todas esas preocupaciones que te aquejaban. Y lo sé por ese último suspiro que lanzaste. Fue tan hermoso. Dejando que toda esa paz te inundara. Me sentí tan feliz—. Terminó de arreglarle el cabello y besó su frente. —No te preocupes por lo demás. Para eso es el aceite especial que te preparé, para que tu cuerpo siga humectado, casi igual que antes, al menos por un tiempo. Debo decir que lo único que extrañaré será tu voz.
Caminó hasta la bolsa que había dejado sobre una mesa, sacó el vestido modelándolo, lo dejó caer y se acercó a ella con el dedo índice en alto.
—Claro, las pinturas de tu bolsa podrían haber servido si es que no me hubieras comenzado a golpear con ella. Entiendo que tuvieras miedo, pero mírate ahora, ya estás calmada, tranquila, sin todas esas preocupaciones que te aquejaban. Y lo sé por ese último suspiro que lanzaste. Fue tan hermoso. Dejando que toda esa paz te inundara. Me sentí tan feliz—. Terminó de arreglarle el cabello y besó su frente. —No te preocupes por lo demás. Para eso es el aceite especial que te preparé, para que tu cuerpo siga humectado, casi igual que antes, al menos por un tiempo. Debo decir que lo único que extrañaré será tu voz.
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